Saturday, October 27, 2007

El valor de mostrar la realidad.

La guerra es una pesadilla. Esta afirmación probablemente es compartida por todos aquellos que, aunque no sepan lo que es vivir en un conflicto o perder algo por dicha causa, bien saben que no trae beneficios sino para quienes controlan el mundo en sus altos cargos de poder y no tienen más objetivo que más de lo mismo: poder.

El flagelo de los conflictos armados nos ha acompañado a lo largo de toda la historia, sin embargo los alcances que tienen hoy en día y, digamos mejor en los últimos 100 años, son de proporciones debastadoras.

Millones de muertos, mutilados, huérfanos, madres y padres que pierden a sus hijos y una lista interminable de consecuencias que no hacen sino volver terrible la vida de quienes sin culpa alguna se ven envueltos en estos desastres.

¿Qué hacemos entonces para detener esta vorágine? ¿o es que acaso jamás va a parar?

Ciertamente hay opciones para quienes sientan que no pueden aguantar el ver esa realidad. Existe todo un mundo lleno de luces encandiladoras, encargadas justamente de tapar ese crudo escenario y consolar los inconcientes de quienes saben que hay algo malo, pero creen no tener las fuerzas para luchar por un gran cambio.

Una segunda opción es la de mirar de frente y trabajar con los talentos propios y todo lo que se tenga a la mano, para ayudar a quienes sufren de múltiples maneras. Un claro ejemplo es el trabajo de los reporteros gráficos de guerra. Hombres y Mujeres que deciden acercarse al dolor de los olvidados, de los que no tienen una voz, de los que no tienen qué comer ni qué dar de comer a los suyos.

Muchos pueden objetar la vocación del corresponsal. Pueden hablar de egoísmo para con los seres queridos por ejemplo y sí, en efecto lo hay, pero no se trata de no pensar en quienes se ama, sino de pensar en quienes necesitan de uno. Después de todo siempre se debe renunciar a cosas valiosas en la vida y si la familia, los amigos o quien sea está en ese camino de lo que uno debe dejar en pos de un bien mayor, será finalmente la vocación la que definirá hacia dónde encausar la vida.

La soledad es compañera del reportero. La muerte, una escolta muy cercana y poco deseada; sin embargo, a pesar de la posibilidad de caer en cualquier momento abatido por las balas, preso por rebeldes o directamente asesinado por las tropas de algun ejército ¿no es acaso cierto también que el estado actual del mundo permite que cualquiera que salga de su hogar caiga presa de alguna de las decadencias presentes en las sociedades?

Podrá no ser entendido quien dedica su vida a ver cómo mueren miles y miles. Puede que incluso reciba el rechazo de quienes más quiere; pero si no existiera el trabajo de estos hombres y mujeres, probablemente no existiría esperanza algúna para la humanidad y su horrenda trayectoria directa al abismo.

Dolor, rabia, impotencia, impacto. Todo eso pasa por el corazón de quienes ven las fotografías que reflejan las desgracias de la guerra y las injusticias de nuestro planeta, credas eso sí por el hombre. Si eso le pasa al espectador ¿por qué no al que capturó esa realidad?

Dedicar la vida a ser la voz y canal de comunicación y publicación de las terribles condiciones de quienes se ven envueltos en los conflictos, no es más que un sentido de servicio y de ayuda minúscula a quienes más lo necesitan. Los que tienen el poder y juegan con él no lo entienden y quizás jamás lo harán, pero mientras exista la posibilidad de que alguien en cualquier rincon del mundo, tome conciencia de que las luces lo encandilaron más de la cuenta y que sí puede hacer cosas por ayudar al prójimo, el trabajo del corresponsal, aunque en más de una ocasión cueste la vida, valdrá todos los esfuerzos por hacer justicia e intentar que poco a poco, este mundo sea algo más justo y mejor.

2 comments:

k@ritito said...

De visita
leyendo algo que me gustó mucho...


nos vemos algun dia
desde Ideas que no conversamos nada...
que raro viendonos a diario

saludos

k@ritito said...

De visita
leyendo algo que me gustó mucho...


nos vemos algun dia
desde Ideas que no conversamos nada...
que raro viendonos a diario

saludos