El derecho de informar versus el hacer un buen negocio
Por Pedro López
El pasado once de septiembre, los desórdenes ocurridos en el centro de Santiago fueron calificados por las autoridades como “menores” que los de los años anteriores, dejando una sensación de relativo positivismo y tranquilidad general al ver que no ocurría lo mismo de todos los años, es decir, no se había llenado la Alameda con gases tóxicos, piedras volando por los aires y manifestantes peleando a puños o con palos contra Carabineros. Sin embargo, no fue sino hasta que llegó la noche cuando se pudo ver disturbios en la zona periférica de la capital, de una intensidad quizás mayor que la de años anteriores, llegando incluso a la noticia que a todos impactó: la muerte de uno de los uniformados que se encontraba en el lugar.
Es cierto que el deber de la prensa está en informar. Cierto es también que el la labor de los periodistas es exhaustiva y que funciona sobre la política de detallar lo más posible los acontecimientos a la hora de publicarlos, pero entre toda la vorágine que significa la recaudación de dicha información, cabe preguntarse dónde está el límite de lo que se da o no, de lo que realmente necesita saber la población y lo que los medios necesitan entregar con tal de captar más audiencia.
A partir de los despachos hechos por reporteros de todos los medios, desde el lugar donde estaban ocurriendo los acontecimientos, arriesgando sus vidas y la de sus compañeros de trabajo, podemos hacer una reflexión acerca de lo innecesario que fue este despliegue de equipos, y analizar el por qué llegamos a este punto, si en cuanto a entrega informativa se refiere, bastaba con decir que habían disturbios y nombrar los lugares donde ocurrían.
¿Hasta dónde llega el derecho a informar? O mejor dicho ¿cuál es el límite entre el derecho y deber de informar, y el caer en el morbo innecesario? ¿Es realmente un mejor trabajo periodístico aquel que muestra todo descarnadamente y redunda en material frío y a veces grotesco?
Hay quienes dicen que de esta forma se puede crear una conciencia general de lo que sucede y hasta cierto punto tienen razón. Todos los años la World Press Photo recorre el mundo mostrando imágenes que impactan y que tienen el propósito de contar historias y crear conciencia; pero ¿será necesario el bombardear a la audiencia a cada rato con información cruda?
El negocio de la televisión es duro, necesita de financiamiento y para eso a la vez requiere de audiencias, pero siempre debiéramos tener cuidado con el manejo que se le da a la información a la que se tiene acceso, puesto que el qué y cómo transmitamos un contenido, puede definir más cosas de las que imaginamos, desde el despertar de una persona, hasta su percepción del mundo o de la realidad que enfrenta todos los días al salir de su hogar. Por lo mismo, siempre es conveniente el tener presente que por más que los periodistas estemos dentro de todo en un negocio, es uno que abarca áreas delicadas y necesitadas de precisión y profesionalismo, pero no solo en el sentido de entregarlo todo sin mirar, sino en el de comunicar lo que haya que comunicar de la mejor forma y con los elementos necesarios para una buena información sin caer en vicios innecesarios.
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