Saturday, September 30, 2006

Te levantas, te duchas, tomas el mismo desayuno (si es que alcansas), preparas los ultimos detalles, ves si es que llevas las llaves y te vas....las mismas caras te esperan, reconoces por ahí al tipo que toma el mismo transporte a la misma hora que tu, no lo saludas; te bajas, llegas a tu lugar de trabajo (sea el que sea), ahi estan las cosas, todas iguales, esperando por ti...terminas en la tarde, hacer un par de bromas con tus compañeros y te vuelves a tomar el transporte de regreso a casa. Llegas de vuelta, te tomas algo que te recupere y te diga "hey tranquilo, estas en casa". Lees algo a la rápida, ves un poco de tele y te acuestas para cumplir con la rutina de mañana...

Cuándo pasó esto? , cuándo nos volvimos partes de una gran máquina?, cuándo dejamos de ser lo que imáginabamos y lo postergamos por nuestra obligación de ser útiles? Personalmente, siento que cada día soy un poco más "máquina", y un poco menos humano...cada día que pasa siento un poco más que los sueños que llevo dentro están lléndose poco a poco a ese gran lugar depresivo que se llama "caja de recuerdos"...cada día siento que me acerco un poco mas al gran día final en que, entre arrugas y ojos lagrimeantes mire hacia atrás y vea lo que no cumplí...siento desesperación al ver cómo mi cara dia a dia tiene mas rasgos de "ciudad", de micros, tacos, enojos, preocupaciones, pegas, flojeras...a dónde se fueron los rasgos de niñez?, dónde están mis ojos de risa, o los pómulos con sueños...dónde quedó esa comisura de los labios que siempre estaba manchada, de manjar, helado, chocolate...dónde quedo el brillo de los ojos, que se movían de un lado a otro admirados cuando llegaba en bus a la entrada de coquimbo y veía majestuosas sus luces....en qué momento de la vida dejamos atrás ese ser maravilloso que éramos y tomamos la carcasa de la parte funcional, la máquina fria, con ocupaciones, sin tiempo para llamar a los que ama y con un enojo permanente...?

Qué parte va a dominar cuando llores a tus padres?, acaso podrás volver a ser ese que se ahogaba y no podía hablar por lo sollozos?...o los veras ahí, entrando en el suelo y uniéndose a la tierra mientras por tu cabeza pasa el recuerdo de lo que debes hacer depués de eso?; serás tú quien les lleve flores aveces, o será tu pareja, que lo hace por que te ama y por que ellos eran buenos suegros?

Quiero volver a sentir cosquillas en la tarde, cuando veo que la persona que me gusta me pasó a buscar, que le miré los ojos y que me sentí enamorado por que es linda de cara...quiero hacer piruetas frente a ella para impresionarla y que me vea mientras sonrie con un diente menos...ese que perdió anoche y que el ratocito le cambió por 100 pesos...quiero volver a ser el empresario que fuí, dueño de una gran fábrica de tortas de barro al borde de la playa...quiero sacarme la cresta en bicicleta y estar a las dos horas andando denuevo y practicando la misma pirueta...quiero volver a quedar sin explicación que dar cuando vea que el viejo pascuero me trajo exactamente lo que yo quería...(nunca supe cómo lo hace. Tuvieron que mentirme como a todos y decirme que ya no existía).

Quieres que mañana sea distinto?, o prefieres los mismos acordes para seguir bailando al son de los otros? quiero mirarme al espejo y volver a ver mis dientes grandes de risa, mis labios sucios de tarde jugando y mis ojos llorosos de rodilla pelada...quiero volver a acostarme sintiendo que mi día no se va a repetir y que lo usé bien, que lo usé para lo que es; que le exigí a mi cuerpo que me diera juegos, y que por sobre todo, mañana tendrá que estar bien, por que me quiero levantar a "tragar" desayuno, mientras preocupada mi mamá dobla la ropa y se rie al verme pasar en desesperada búsqueda de mis amigos en la calle....quieres tú también eso? o estás conforme con lo que eres y no extrañas la seguridad, la inocencia y el placer que sentías cuando tenías los ahorros para comprarte ese caramelo que no te dieron...quieres que mañana sea todo igual?, con sabor a cemento, humo y teléfono sonando?; quieres levantarte con una arruga más, por que hace un minuto debieras haberte levantado?...

Te levantas, te duchas, tomas el mismo desayuno (si es que alcansas), preparas los últimos detalles, ves si es que llevas las llaves y te vas...

entre lo que pense por tí desde ayer a hoydía, escuchaste lo que te escribí?

Wednesday, September 27, 2006

El mar sonaba tranquilo, las olas poco a poco llegaban un tanto mas cerca de sus pies, mientras, en su mente los recuerdos también avanzaban, y le hacían recordar cada momento de lo que había vivido. Sus tardes en familia, las veces en que ambos disfrutaron del paisaje, mientras planificaban sus vidas y se soñaban juntos, con hijos y un maravilloso hogar. De ves en cuando el sonido de alguna gaviota la distraía, la llevaba de vuelta a la tierra, pero bastaba solo un suspiro para caer nuevamente en el torrente de recuerdos. En su interior, las sensaciones daban vueltas en un juego eterno, y a cada momento que pasaba, la rabia, el dolor infinito, la angustia y el vacío se apoderaban de todo lo que antes, hasta hace sólo algunos momentos había sido ocupado por el más puro de los amores.

Recordaba el día de su casamiento, la larga cola de su vestido y las risas de sus pequeñas sobrinas que iban de un lado a otro con sus abultados vestidos, indiferentes al mundo, pero envueltas en su juego. Recordaba las miradas de todos quienes ahí se encontraban; el llanto de su madre y el orgullo evidente de su padre. Por segundos volvía a experimentar la emoción y el nerviosismo que aquel día de ella se habían apoderado. Por segundos, hasta recordaba como tuvo que hacer una mueca al mirar hacia las majestuosas puertas del templo, que parecían las del cielo al dejar pasar la luz blanca, casi pura, del día que afuera aguardaba su salida.

Recordaba la noche de bodas, y recreaba las sensaciones de aquellos interminables momentos en los que él le hizo el amor hasta el amanecer. Las lágrimas comenzaron a salir, sin respetar las ganas que tenía de mantenerse firme. La luna se volvía acuosa a su vista, y las estrellas ya no eran perceptibles como recién. El agua ya tocaba sus pies, le acariciaba los tobillos una y otra vez, incansablemente, como queriendo recordarle que se encontraba en el borde, en el límite entre el cielo, la tierra y el mar; y que estaba ahí por un propósito, por un motivo, una razón. El olor de la brisa la trajo de vuelta un vez más, sacándola de su estado casi inconciente, golpeándola fuertemente con la realidad.

Las lágrimas se fueron, ya no estaban ahí, habían caído para siempre, dejando tras de sí la huella del dolor que ella sentía. Poco a poco dio el primer paso, respirado hondo, concentrada como un artista de circo en su prueba máxima. Lentamente apareció la punta de su pie, luego desaparecía esta para dar paso al otro, y así sucesivamente hasta que el agua ya le llegaba hasta las rodillas mojando el borde de su vestido, e incluso en algunas oportunidades, con ayuda del viento, lanzaba algunas frescas chispas de espuma sobre su cara. Se detuvo, y repasó nuevamente la escena: su amado esposo desnudo en la cama que ambos habían elegido, gimiendo suavemente, al igual que en la noche de bodas, y con cada mano sosteniendo la cintura de otro cuerpo, alguien ajeno, que no tenía por que estar ahí, menos en las condiciones que estaba. Los vio por minutos, prisioneros del placer, frotando sus pieles mientras el se apoderaba de sus pechos marcándolos tiernamente con besos.

Por momentos se negó a creer lo que estaba viendo, cerraba los ojos y los abría una y otra vez, esperando abrirlos y encontrar la cama hecha, estirada tal y como ella la había dejado en la mañana, sin embargo los dos amantes seguían ahí. El cuerpo de la mujer amante se movía en oscilaciones breves, suaves y elegantes, como una serpiente hipnotizada con la suave melodía de su amo. Los alientos de ambos se unían en cada beso, y los movimientos se acentuaban cada vez más, en busca de llegar a un punto culmine, extremo y de entrega total.

Lo que ella veía era horrible, sin embargo más inaguantable se volvió cuando la dirección de su vista cambió hacia el espejo que había a un costado de la cabecera de la cama. Aquella cara, el rostro de la mujer que le había destrozado la vida, el corazón y el orgullo, se transformó rápidamente en una figura conocida, familiar. De pronto, al reconocer de quién se trataba, el impulso de un grito le subió por la garganta, con una fuerza tal que tuvo que llevarse las manos a la boca para evitar ser delatada. Su hermana se encontraba viviendo el rol protagónico de aquella historia, su compañera en todos los juegos infantiles, era quien ahora gozaba y se movía groseramente en busca del mayor placer.

Ya no podía ver más; había constatado que era real, que su amado era ahora amante, que las caricias y besos no eran exclusivos, que su poder seductor de mujer se había visto superado por los encantos de otro cuerpo. Lentamente y sin dejar de mirar se alejó de la puerta, dando pasos hacia atrás, negando con la cabeza lo que veía, y con la garganta a punto de explotar a causa del nudo que tenía dentro. Sin darse cuenta golpeó el jarrón de cristal que adornaba el pasillo, aquel jarrón que con tanto amor fingido su propia hermana le había regalado. Esa fue la señal para huir. Salió corriendo escaleras abajo, casi sin poder sobrellevar la velocidad que alcanzaban sus pies. Las lágrimas estorbaban en su frenética búsqueda de la salida. Tomó las llaves del auto y sin vacilaciones echó a andar.

El agua ya le tocaba los muslos, la acariciaba mientras con la corriente la invitaba a entrar cada vez un poco más. Estaba más tranquila. Ya la luna había recuperado su forma normal y el canto de la espuma había tranquilizado los latidos de su corazón. Ahora veía todo de otra forma, casi en un estado de inconciencia; ahora su mente la llevaba a otros lugares, a otros recuerdos, pero con la determinación a flor de piel. Seguía caminando cuando las luces de un vehículo la iluminaron desde atrás. Seguía avanzando cuando oyó las voz de su esposo gritando una y otra vez su nombre, con la vaga esperanza de poder detenerla en su caminar. El agua le llegaba al pecho, y ahora ya no eran chispas sino una carga grande de espuma la que le llenaba los ojos y la boca. Aún así, dio la vuelta y vio la figura de los dos amantes, enterrados por su arrepentimiento, destruidos por el dolor y por la culpa de la traición.

El último paso la liberó; su cuerpo se despegó del suelo y tiernamente se dejó llevar por la fuerza de aquel mar posesivo que ahora era su dueño. Sintió como el agua entraba por su nariz, cómo se apoderaba de su garganta y como, poco a poco acababa con la luz de su vida.

El mar bondadoso la había ayudado a hacer su retirada del juego. El mismo mar se convirtió en castigo para la hermana traidora que primero entró con el fin de rescatar a la víctima de todo el cruento juego; y luego terminó por acompañarla a donde fuese que su alma se hubiese ido. Mientras la muerte se llevaba a las dos hermanas, el amante observaba todo, sin atinar a hacer más que llorar. Mientras el mar acariciaba ahora sus tobillos, la luna se hizo acuosa a su vista, las estrellas desaparecieron, y lentamente comenzó entre sollozos, a recordar las tardes familiares, la luna de miel, y los proyectos que tenían.

Tuesday, September 19, 2006

Reporte (parte III y final)


Era todo o nada; su pistola estaba llena, y antes que morir acribillado prefería al menos llevarse consigo a alguno de aquellos asesinos, aunque fuera sólo uno de los muy malditos.
Cautelosamente y aprovechando la oscuridad, tomó su revolver, rezó apenas el inicio del Padre Nuestro, volteó y disparó.
Dos cosas acabaron por desvanecerlo: las gotas de sangre que le llenaron la cara, y la luz que se encendió justo en el momento en que veía a su enemigo frente a frente. Sin embargo, la imagen de su supuesto asesino se vio terriblemente distorsionada cuando reconoció la cara sorprendida de un niño; no debía tener más de doce años, y la delgadez de su cuerpo hacía grosero contraste con el grosor del arma que sostenía. Los ojos de sorpresa del muchacho se llenaron de un opaco resplandor al mismo tiempo que caía al piso, con la boca abierta y la mano libre del arma sosteniendo a la vez otra pequeña mano perteneciente a una niña, aún más frágil que aquel muerto ahora desmoronado, y con la boca llena de un grito ensordecedor.
La luz dejaba ver el trágico cuadro, que también observaban los asesinos vestidos de soldados. La cabeza del que fuera un cazador de fotografías, terminó de estallar en locura cuando miró a su alrededor esperando la racha de balas que le quitaran la vida, y observo la bandera de su nación en los brazos de cada uno de quienes lo rodeaban en la sala. Eran salvadores después de todo. Los papeles habían cambiado, y ahora el asesino que provocó terror era él. Su corazón estaba tranquilo, palpitando a un ritmo normal, como si la muerte que había provocado hubiese bastado para callarlo. Era su cerebro el que ahora quería escapar, teñir de otros colores el lugar y volver a estar en la estancia de su abuelo, fabricando más recuerdos.
No recordaba cuándo había caído en el sueño, pero de apoco se percató de que ya no estaba en el cuarto oscuro, sino rodeado de un gran espacio blanco, como el cielo en que le enseñaron habitaba Dios. Había ruido de puertas y tacones, además de olores de algodón, flores, cloro y sopa. El sol le golpeaba la cara en busca de una mueca a la que no se negó, y sus ojos trabajaban afanosamente en descubrir qué era aquel lugar.
Cuando intentó enderezarse de su cama, un solo hecho le llamó la atención. Sus brazos, sus fuertes brazos estaban amarrados; y no solo eso, sino que amarrados de forma cruzada a los costados de su cuerpo; todo esto reforzado por las costuras y largas mangas de la camisa que llevaba.
Ahora era él quien llenaba su boca de gritos, era él quien quería caer con un hoyo en la cabeza al suelo. Quería poder volver a estar ahí, en el oscuro sótano, con los perros rabiosos vestidos de soldados, para salir de un rincón corriendo y gritando y así llamar a su muerte. Una y otra vez los ojos del niño le asaltaban la memoria, una y otra vez la pequeña le gritaba el terror que sentía.
Ya no podría tener la portada, no podría sacar más fotos, no con las condiciones que enfrentaba, no después de lo que vivió, no después de darse cuenta de que aquel niño no lo dejaría tranquilo; no después de voltear la cabeza y recibir por sus ojos la imagen de su víctima gritándole asesino.

Thursday, September 14, 2006

Reporte (parte II)

El olor a pelo quemado, sumado al nauseabundo aroma que salía de los animales también carbonizados, le hacían aumentar la desesperación por encontrar refugio antes de la llegada de los soldados.
Cuando entró en la casa, que milagrosamente estaba intacta, se dirigió inmediatamente al lugar donde él creyó podía haber un sótano. Por suerte para él, y a pesar de ser en su mayoría construcciones más cercanas al concepto de chozas, la gente estaba acostumbrada a los conflictos bélicos, por lo tanto en cuanto entró por un pasillo encontró una puerta que daba a una especie de pequeño refugio.
Sólo escuchaba dos cosas. Por una parte su corazón que ya parecía gritarle el miedo que sentía, y por otra parte, el motor de los colosos aviones que pasaban por arriba, soltando hombres que en su cabeza no tenían más que una sola cosa: buscar y destruir.
El refugio hedía a humedad, a moho y a algo descompuesto. Un poco más allá se oía una gotera constante, que provocaba un eco insoportable para los oídos del tembloroso reportero. Sentía cada ruido exagerado en su volumen, casi tanto que le daba la impresión de que los soldados podrían descubrirlo sólo por eso.
Mientras aguardaba, recordó las tardes en que jugaba con su hermano a las escondidas, ocupando todo el espacio de la gran estancia de sus abuelos. Recordó cómo siempre perdía por que no aguantaba las ganas de ir al baño, provocadas por la ansiedad y el nerviosismo. Recordó las veces que jugaban con sus amigos en la misma estancia a ser soldados; cómo los tomates que guardaba su abuela eran perfectas granadas, que por cierto agregaban los efectos de la sangre cuando a alguno le llegaba de seco el golpe. Le pareció ver los momentos en que su madre casi rompía en llanto por las condiciones en que quedaba la ropa, o las veces en que su padre se unía al juego haciéndose pasar por el general de todos ellos y les encomendaba una misión antes de entrar a fumar.
Estaba recordando todos esos cálidos momentos, con los ojos casi incrustados en el cerebro de tan fuerte que los cerraba, sintiendo olores, texturas, y trayendo a su cabeza sonidos propios de aquellas mágicas tardes.
De pronto, un golpe sordo lo hizo volver a la realidad. Ellos estaban ahí. Las voces fueron las primeras en bajar por las escaleras y azotar sus oídos con el pesado mensaje del terror. Los gritos eran agresivos, asemejando los ladridos de perros rabiosos, llenos de venganza y con deseos de despedazar todo aquello que se moviera. En la medida en que podía, se desplazó hacia la parte trasera del escondite, justo donde estaba la gotera que según él lo había delatado, y donde había un montón de sacos de algo, que representaban su única oportunidad de salvar. Recordó que en el cinturón tenía su pistola, y extrañamente no aumentó su seguridad sino que lo invadieron las mismas ganas de orinar que desde aquellas escondidas de niño no sentía. La oscuridad le daba refugio, pero, ¿qué haría cuando le encontraran, cuando viera las metralletas apuntándole, y un líder gritándole cómo lo iban a matar? Se dio cuenta de que se acercaban demasiado al lugar donde él estaba; tenía que encontrar alguna forma de desplazarse hacia el otro rincón que ya habían revisado, sino, la muerte lo abrazaría más pronto de lo que creía. Ya no se trataba de salir con vida, sino de alargar la agonía, de respirar por unos momentos más, sabiendo que eran las últimas bocanadas de aire las que entrarían a sus pulmones.

Justo en el momento en que había logrado desplazarse y no llamar la atención de sus verdugos, dio un paso hacia atrás y el frío de un circulo metálico en la nuca lo paralizó. Todo lo que había hecho por salvarse había sido inútil. Todos sus esfuerzos por tener unos segundos más de aire y alguno que otro recuerdo, se desvanecían ahora con la solidez de aquella gélida sensación.

Wednesday, September 13, 2006

Reporte (parte I)

El ataque había comenzado de un momento a otro. No había podido percatarse de qué sucedía ni de quienes eran los que atacaban, sólo veía aviones sobrevolando el lugar y soltando las certeras bombas que al caer sonaban como si un gigante estuviera corriendo en el lugar. A su alrededor, las llamas consumían todo lo que hasta ayer estaba aún construido, y por las ventanas de las casas, los gritos desesperados de quienes se veían atrapados escapaban dejando a sus dueños solos.
Todo lo que había alguna vez conversado con sus amigos, su amor a la labor social que significaba el estar ahí en el mismo campo de con una cámara fotográfica, se mantenía en pie, y no solo eso, sino que se hacía más grande en la medida en que se sentía más involucrado con lo que sucedía. A ratos sentía que el corazón se le iba a salir por la boca de tan fuerte que se agitaba, mientras sus oídos se recuperaban de la fuerte explosión que lo despertó.
Cuando volvió a entrar a la pequeña choza, recogió su cámara que por suerte seguía ahí, como la fiel y dura compañera que no lo abandonaba; recogió a tientas sus anteojos, y una vez acomodados volvió a mirar afuera para tomar valor y salir a hacer su trabajo.
El escenario era imponente, las columnas de humo le hacían recordar el día en que tuvo que cubrir una erupción volcánica, en una perdida isla caribeña. Cuando entendió que estaba perdiendo tiempo valioso, se acomodó en lo que quedaba de una muralla y comenzó a disparar el flash. Las tomas eran fabulosas, estaba seguro de que alguna de sus fotografías era la que saldría en portada la próxima semana, y por supuesto, lograría impactar a todos quienes vieran los horrores de aquella guerra que se sostenía ya por tres años.
Por el horizonte asomó primero un zumbido, él se dio cuenta de inmediato de que algo pasaría y por lo mismo se acomodó en aquella dirección para obtener las mejores imágenes, fuera lo que fuera aquello. El ruido se hacía más fuerte, y ya se estaba transformando en algo ensordecedor, cuando por fin una silueta apareció. Era una mancha, que después tomó una forma más definida, para llegar a ser, cuando se encontraba a unos cientos de metros, un enjambre de aviones gigantes, cargados con todo tipo de misiles y con la altura que necesitaban para liberar a los pequeños insectos que eran los paracaidistas.
Mientras observaba todo esto, el joven fotógrafo comprendió que por más amor que tuviera a su trabajo, no podía permanecer ahí, de lo contrario no habría portada ni premios, y tampoco más y mejores oportunidades.
Se puso de pie rápidamente y con la cámara al cuello corrió al camino donde había aparcado su jeep. Buscaba frenéticamente la llave cuando, en vez de su vehículo encontró una especie de masa de fierros torcidos, humeante como muchas de las casas que le rodeaban, y con algo que se asemejaba a un manubrio saliendo de entremedio.La casa más cercana que podría ofrecerle quizás algún tipo de protección estaba a unos cien metros y en la misma dirección de donde venían los aviones con sus paracaidistas. No había opción, si no lo hacía seguramente iba a ser acribillado por aquellos exterminadores que caían del cielo. Corrió a toda velocidad por entremedio de los cuerpos quemados de las mismas personas que le habían ofrecido alojamiento, curiosos por ver a alguien como él, con toda su apariencia nórdica en un pueblo donde el más blanco apenas si se diferenciaba un poco del color de la noche.

Monday, September 11, 2006

y así es como bailamos,
así es como nos volvemos uno,
para darte lo mejor de nosotros, los cantos de roja masa que albergan algo a tí,
así es como pasan los días sin novedad en la meta que tenemos,
y así es como las gargantas, hinchadas de tanto grito,
cesan en su lamento por verte pasar ante los ojos de mi cerebro lerdo...

Y así es como bailamos juntos, querida mia,
la sorna de este último valz que te dedico,
por que ya mi lánguido pecho no hace sino rasgarse, y mover alaraco sus brazos,
ya se siente viejo y sin ganas, pues el último golpe que dió en él el mar
lo ha enviado a leguas de su amo;
otro náufrago que no responde a los llamados,
otro mas que queda tirado en las costas de tu olvido...

Y así seguimos bailando,
rechinando en el suelo un silbido,
quiere imitar el muy pobre la canción de un trovador enamorado,
y su loka madre lengua jamás le dijo
que no se puede ser lo que no se nace,
así como no se puede amar si es que hay olvido...

Y así sigo ahora sólo bailando,
pues mis amogos se han ido,
la esperanza debía llegar temprano,
la ilusión la fué a dejar,
y aquel viejo amigo que quedaba,
a quien algunos solitarios llaman amor,
ese viejo,
al parecer se enojó conmigo...

Sunday, September 10, 2006

And I, wanna fall from the stars, straight into your arms....

esa es una parte de una canción muy buena ...simply red..excelente...aki estoy nuevamente, preguntándome mil y una veces qué fue lo que paso...prefiero no preguntarme eso pero se me hace inevitable...como también se convierte en algo inevitable el recordar las huellas del pasado, cuando no fuí mas que otra pieza en el tablero de juego de alguien...al final, despues de todo es imposible saber cuando es un juego, o qué es un juego...al final de todo es imposible no caer en juegos de otros, es inevitable ser uno más, un recuerdo, una sonrisa en la tarde de un día nublado, un pequeño raconto en la memoria de alguien cada día mas viejo, cada día mas abandonado a la corriente de vivencias que a todos nos lleva...me pregunto si te voy a ver denuevo como antes, si te voy a poder sentir igual que ayer, cuando casi no me sentía yo al unirme a tí...pero bueno, "así es la vida" dicen por ahí, "así tiene que ser" comentan otros...y yo? yo creo que la vida es la que uno quiere y que uno se hace día a día, pero si es asi, ¿por qué no poder controlar este tipo de accidentes y evitar así el sufrimiento?, es acaso necesario?, por que no se puede aprender de otra forma que no sea entregando todo lo que uno tiene para recibirlo de vuelta estropeado, deshecho y remojado con lágrimas que nunca quisieron caer?...ya no hay pensamientos paralelos en las mañanas, y ya no se que pensarán o sabrán de ti aquellos niños de los que te hablé, la preocupación de que sonrias se la dejo a otro, ya bastantes obstáculos tengo en la vida como para aceptar otro de forma gratuita, y en las noches....en las noches sólo soy otro más que se sienta en su cama con un libro, un cigarro y algo caliente para tomar...eso soy y eso quiero ser por ahora...quiero vivir de lo cercano...ya me cansé de las bromas que me gasta la suerte maliciosamente, poniendo mi corazón en otro lugar tan lejano, ya no quiero jugar más, ya no quiero seguir en esta rotonda eterna de ser "la pieza de juego" de algo o alguien, renuncio oficialmente a ti, a las crtas, a los poemas y a las penas de amor, presento mi absoluta dimisión, sin retractos,,,hasta que nuevamente el amor tenga una táctica para hacerme caer...por ahora, mucho más que transmitir no tengo, mucho más que ofrecer tampoco ya que eso está guardado, ahí, quieto, a la espera de que nuevamnte entre en un juego que no quiero, a la espera de que nuevamente sea un tonto que hace de pieza en este largo y triste juego que es avces el amor...

Wednesday, September 06, 2006

La había visto de reojo cuando estaban haciendo el cambio de andén. Era alta, de largos cabellos y rubia natural, su mirada tenía un dejo despectivo pero a la vez de mujer dulce, tierna y protectora con los suyos. No sobrepasaba los 25 años, si bien la ropa que llevaba era formal, de esas que se ven sólo en las más elegantes oficinas de Santiago. Las curvas del cuerpo eran sensualmente resaltadas por lo ajustado tanto de la chaqueta como la falda que llevaba, y todo el espectáculo que representaba, se veía femeninamente decorado por unos labios de color rosa, que llamaban a besar.

Cuando entraron en el tren final, él se preocupó de quedar en una buena ubicación, es decir, relativamente cerca de ella, y en una posición tal que le permitiera contemplar su belleza sin ser demasiado evidente. La miraba por completo, de pies a cabeza, como si fuera su presa y el fuera el animal de caza; de pronto se sintió como uno de esos animales que muestran en los documentales, acechando, sigiloso y escondido entre la hierba. La escena le hizo sonreír, y mientras eso sucedía ella lo miró, y tímidamente también sonrió. Súbitamente un escalofrío recorrió su cuerpo; aquella belleza, esa mujer ahí en pie le había dedicado una sonrisa, sólo para él; no era para algún otro hombre de los que ahí estaban con sus caras de vacuno aburrido, sino para el, que la adoraba; que de cierta forma ya sentía una rara especie de amor. El sueño lo tenía entre los brazos, pero aún así intentó poner su mejor cara de conquistador. Cuando se dio cuenta de que ella comenzaba a avanzar hacia él, un temblor recorrió sus rodillas, y un nudo en la garganta se hizo presente con tal fuerza que llegó a estremecer su estómago. Sin vacilación alguna, ella siguió acercándose, dejó en el suelo del tren la diminuta cartera que llevaba y le puso ambas manos en el cuello; al mismo tiempo que con cara de pasión descontrolada le pidió un beso, y mil más de aquellos en todo el cuerpo.

Parecía no ser posible; ¡era increíble lo que estaba pasando!, sin embargo la tibieza del aliento de ella invadió su propia boca; las manos le tocaban parte de la nuca y el cuello, y el, un tanto vacilante, posó las manos en su cintura, delgada y firme, exactamente como él creyó en un principio que era. Pronto los besos y las caricias tomaron un acento más exagerado, ella comenzó a besar su mentón, sus mejillas, su oreja; y él sólo se limitaba a sentir cada uno de los besos que ella le daba, mientras en su cabeza subía y bajaba al cielo de pura felicidad. Esa mañana había encontrado al amor de su vida, con ella quería tener una familia, con ella quería hacer el amor cada mañana y cada noche después de la jornada de trabajo. Era ella quien lo recibiría en casa, quien iría con él a casa de sus padres y disfrutaría de eternos domingos familiares. Era ella la que sería su compañía en la vejez, cuando ya no criara a sus hijos, sino que malcriara a sus nietos. Se vio corriendo por la playa, con ella de la mano, las ropas mojadas y la suave espuma acariciando sus pies; así como en los comerciales de margarina que detestaba por lo excesivo de la felicidad que se mostraba. Los besos seguían, y el calor de sus cuerpos se transformaba en una obligada danza entre ambas caderas, que disimuladamente subían y bajaban, como en un baile de cortejo (otra vez se visualizó como en un documental, esta vez danzando para ella). Los ojos incrédulos de quienes les rodeaban se volvían cada vez más grandes, y hasta el último pasajero del vagón miraba con una mezcla de asombro y celos el amor fortuito que acababa de nacer.

De pronto, ella se detuvo, lo miró fijo a los ojos, le dio uno o dos besos más y se volvió a alejar. Antes de que él alcanzara a preguntar que sucedía, se dio cuenta de que ella buscaba afanosamente algo en su cartera, como con urgencia movía las cosas que tenía adentro de aquí para allá y viceversa, hasta que por fin puso cara de “bingo!” y metió casi la mitad del brazo; cosa que resultaba sorprendente para una cartera tan pequeña como la que llevaba. Justo en el momento en que él se disponía a preguntarle qué era lo que sucedía, ella comenzó a sacar de su cartera un palo, un fierro o algo así, y de a poco la expresión de la cara pasó de ser dulce, apasionada e incontrolable, a una expresión fría, distante y amenazadora. Cuando hubo sacado todo el fierro (de unos 60 cm. de largo) lo miró directo a los ojos, le tiró un último beso con un gesto de la mano y, después de tomar cierto impulso le dio de lleno en la frente a su ex amado.

El dolor era intenso, demasiado para su gusto, y de a poco se comenzó a preguntar qué era lo que pasaba con la que hasta hace dos minutos iba a ser seguramente su esposa (ahora lo dudaba francamente). Era tal el grado de aturdimiento que sentía, que no tuvo otra opción que olvidarse por un momento de la belleza rubia, y pensar en el dolor, y en la prueba que tenía…la prueba…LA PRUEBA!!! Abrió los ojos denuevo y vio que la rubia seguía parada donde estaba cuando entraron al tren en un principio; sí se reía al verlo a él, pero no por un amor fugaz ni por simpatía, sino por que desde afuera, lo que se había visto era a un pobre tipo que le sonrió y de a poco cerró los ojos, al parecer de un sueño incontenible, puesto que sólo unos segundos después casi se desploma y como consecuencia de eso se dio un cabezazo histórico contra el fierro de apoyo para los pasajeros. Pero que idiota el pobre tipo!!!- pensó ella- ¡pero que idiota!, soy un pobre tipo!!-pensó él.

Mientras ella se bajaba siguió riendo; mientras el bajaba comenzó a tomarlo con humor, aunque no dejo de lado la sensación de que en algún momento, quizás ella lo besó.

Monday, September 04, 2006

Aquí estoy, frente al computador...me ilumina una luz tenue y el humo del cigarro me llena los pulmones y la naris mientras reposa en uno de los surcos del cenicero...pensaba en no hacer esto, pensaba en desahogarme, pensaba en escribir cosas divertidas, pensaba en mil y una cosas, mientras tanto, la canción suena y me llena la cabeza aún con más pensamientos...quisiera ser uno de esos genios de la escritura, uno de aquellos que sólo con tomar un lápiz ya saben qué escribir, y traspasan de forma tan fiel lo que sienten, piensan y hacen, que emocionan...quisiera tenerte aquí, para mí, conmigo, sonriendo, viendome directo con aquellos ojos que una y otra vez me llenaron de... tantas sensaciones...tomo el cigarro y pienso en ti mientras la canción avanza y a cada estrofa siento más aún que habla de mí...es curioso como pareciera que las canciones fueron hechas para uno y sólo para uno mismo ¿no?...quisiera poder en este momento dejarlo todo y seguirte, lograr aunque sea por una vez en mi vida vivir bien el cuento de hadas que se me presenta, y no dejar que se ahogue como tantos otros que pasaron a ser simples recuerdos...mientras mis dedos escriben, mi cabeza piensa en ti, en nosotros, en lo que pasó y lo que pudo pasar; mientras mis dedos escriben, mi corazón me grita que no oiga a mi cerebro, por que no debo pensar en lo que "pudo" pasar, sino en lo que "va" a pasar...retuerzo el cigarrillo en la superficie de vidrio del cenicero, lo veo como elegantemente muere mientras hecha una última bocanada de humo y se deja apagar...¿pasará lo mismo entre tu y yo?...en las mañanas, cuando salgo de este nuevo hogar que tengo no hago sino pensar en un cierto paralelo...¿qué estarás haciendo? ¿estarás acaso llegando a tu trabajo, sonriendo dulcemente a tus niños y poniendo orden a la vez que entregas lo mejor de ti?...¿sabrán esos niños lo maravilloso que hay en ti?¿podran imaginarse acaso por un momento lo mágica que eres cuando amas?...en las noches, antes de dormir, recuerdo tu olor, tu tibieza, y de a poco mi cuerpo cae en un sueño antes que mi mente; de a poco dejo de ser yo, y me convierto lentamente en el amante que te extraña, que te quiere de vuelta, que te reclama sin cesar y que no encuentra forma de decirte que te ama, que vengas junto a él, que su única preocupación es verte cada día sonreir, y que a la vez, esa sería su felicidad...vuelvo a prender un cigarrillo, la luz sigue ahí como mudo testigo de mi declaración, leyendo indiscretamente todo lo que escribo para ti, y envidiándo la entrega que podría haber con tan sólo un poco de valor, con tan sólo un sí...

Pensamientos, olores, recuerdos, risas, miradas, caricias...todo se une en un solo baile dentro mío y no para de susurrar tu nombre una y otra vez...entiendo que ya no hay más nada que escribir en este momento...los pensamientos me ahogan y la mente se me nubla...ya no quiero decir más, ya no quiero escribir más...ya no quiero ser el escritor prodigioso que desee, sólo quiero parar esto, ver más allá y encontrar denuevo esa estabiliad gris que tuve antes de tí, al menos así me sentí mas seguro, al menos así, no me sentí jamás débil y desnudo...